No es una utopía: por qué sí puedes escribir tu novela aunque tengas poco tiempo
No necesitas más horas, necesitas priorizarte.
Llevas años diciendo que te gustaría escribir una novela y seguro que llevas los mismos años diciéndote que ahora no puedes.
Tu día está lleno de tareas y obligaciones, tuyas o impuestas. Tus semanas se escapan y tu cabeza no para. Escribir parece un lujo imposible, algo que solo sucede en otras vidas, en otros contextos, a otras mujeres. No a ti. Porque tú tienes cosas más urgentes y nunca sobra nada: ni energía ni silencio ni horas. Y porque, aunque no quieras reconocerlo del todo, has empezado a creer que eso que deseas no encaja con la vida que tienes.
Y cada vez que aparece la idea de escribir, la respuesta es la misma: «Ahora no, cuando tenga tiempo».
Y, sorpresa, ese tiempo nunca llega.
Vas tachando días en el calendario mientras tu historia sigue sin salir porque no sabes cómo encajarla sin que todo se tambalee, no porque no quieras. Y a fuerza de retrasar, una parte de ti empieza a apagarse.
No escribir no es solo no crear, es no estar, es no ocupar ese espacio que te pertenece.
Y esa ausencia duele, aunque se disimule entre responsabilidades, rutinas y listas por hacer.
Duele cada vez que ves una novela publicada y piensas «yo tenía una idea parecida». Y anda que eso no te pincha bien adentro.
Y, para colmo, lo justificas. Te dices que no pasa nada, que otra vez será, cuando tengas más tiempo, que llegará el momento… Pero no llega, la vida no va a detenerse un día para decirte, venga, ahora ya puedes.
No hay un más adelante si no lo eliges, lo que estás esperando, eso que crees que necesitas, no es más tiempo.
Muchas mujeres escriben sin tener vidas despejadas, sin jornadas libres, sin espacios sagrados, sin rituales, escriben en huecos, en notas sueltas, en el móvil, en la cocina.
No pueden hacerlo todo, pero han dejado de exigírselo para empezar porque han entendido que el proceso no tiene que ser perfecto para que sea real.
Han dejado de esperar a tenerlo todo bajo control.
Puedes escribir una novela a tu ritmo, desde la vida que ya tienes, con tus hijos, tu trabajo, tu cansancio, tus días torcidos. Escribe por partes, con interrupciones, en cuadernos desordenados, con más dudas que certezas y, aun así, puede salir algo precioso porque está vivo.
Empieza con una escena, solo una, y vuelve a ella mañana o dentro de tres días. Da igual si le dedicas media hora el domingo o quince minutos después de cenar, lo que importa es que dejes de juzgar esos ratos como poco y verlos como lo que es: una promesa cumplida.
Así, escribir deja de ser una meta lejana y se convierte en un lugar al que volver, un espacio para ti, sin expectativas imposibles, sin castigo por no hacerlo mejor. Solo tu voz, tu historia y las ganas de no dejarte para después.
No necesitas tener más tiempo, solo necesitas dejar de dejarte para el final.
Y si no sabes por dónde empezar, he creado un workshop como punto de partida que puedes hacer a tu ritmo y con la opción de acompañarte para darte mi feedback. Un taller interactivo para transformar tu idea en una novela posible, sin exigencias ni sabotajes. Con ejercicios, audios y recursos prácticos que te acompañan desde el inicio, aunque no te creas capaz (todavía).
Tu historia no es una utopía, solo necesita que dejes de esperar el momento perfecto para empezar a escribirla.