Fui a la Feria del Libro de Madrid. Y no creo que vuelva
Lo que prometía ser una visita muy esperada se convirtió en una coreografía de codazos, colas invisibles y sensación de estar fuera de lugar.
Este fin de semana he estado por primera vez en la Feria del Libro de Madrid, y no creo que vuelva.
Que conste que odio las aglomeraciones y, aunque esperaba encontrarme a mucha gente, para nada esperaba esa marabunta de codazos y pisotones.
Empecé mi visita con mal pie.
Me hacía una ilusión tremenda llevarme la firma de alguien que me gusta mucho. Me informé de horario, caseta y que daban tickets una hora antes.
Pero me fue imposible llegar una hora antes y me quedé sin número.
Resulta que, cuando llegué a la caseta, solo había dos personas, así que, gilipollas de mí, me puse al lado a esperar pensando que no había tanta gente o que ya se habrían ido porque esta persona llevaba más de una hora firmando.
Vi que una de las parejas que esperaban me miraba y cuchicheaba y yo, de nuevo, gilipollas de mí, les dije que sabía que ellos iban primero, no fueran a pensar que me estaba colando.
Ja.
Y entonces fue cuando me comunicaron que la cola estaba por detrás.
Pedí perdón y me asomé, pregunté qué quién era el último y se rieron de mí (que quién es el último pregunta, ja, ja, ja) porque la cola todavía seguía más atrás, por detrás de la caseta y hasta el césped.
Oculta a la vista.
Pocas veces me he sentido tan avergonzada y tan ridícula.
Y odio sentirme ridícula, es lo que más odio del mundo.
Así que me fui de allí sin firma y sin foto.
Y con la cara que parecía que me había dado una insolación.
Por suerte, la caseta de Versátil estaba cerca y tuve la oportunidad de conocer en persona a Nuria Llop, escritora a la que sigo y admiro desde hace muchos años y a la que invitamos Pilar y yo a nuestro Círculo, y que me quitó el mal sabor de boca con su cercanía y amabilidad.
Después, ya solo quise salir de allí lo antes posible.
Y es que todas las ferias son iguales, por mucho renombre que tenga la de Madrid.
Colas impresionantemente largas para unos pocos elegidos, mientras que la mayoría de escritoras veía a la gente pasar sin nada más que hacer, con la esperanza de que alguien se acercara y mostrara una chispa de interés por sus libros.
Definitivamente, las ferias no son para mí.
Justo Madrid es la única en la que no he estado, así que no puedo opinar, pero en las ferias más pequeñas la experiencia es mucho más enriquecedora (como lectora y como escritora)
Tal cual, Paola. No estás sola. Yo también hice el ridículo acercándome a una caseta tan inocente y feliz 😅. La cola daba la vuelta a la esquina… ¿Y qué me dices de la distinción que hacen con los carteles? Algunos firman con una corona lustrosa y satinada y otros bajo un chuchurrido folio… Siempre que voy a la feria, vuelto con dolor de barriga, te lo prometo.